sábado, 17 de noviembre de 2007

He vuelto a las andadas

Pico Calvitero Fotos: Ivan Diez

Con el afán de hacer una vida un poquito más sana, he renovado mis propósitos y este domingo, madrugue, me eché la mochila a la espalda y salí con un grupo de montaña y senderismo.

En esta ocasión hemos visitado el Pico Calvitero, que hace límite entre Salamanca, Ávila y Cáceres. Teníamos dos alternativas, una de alta montaña y otra de senderismo. Mis compañeros y yo decidimos hacer la ruta de senderismo, ya que no era plan de castigarse el primer día, así que dejamos a los de la ruta de riesgo y nos pusimos en marcha.

Nuestra ruta comenzaba en Candelario, tras dejar la carretera, nos sumergimos en una zona boscosa, donde predominaban, castaños, robles y algunos álamos, acompañando el curso del río.

El camino discurría por tortuosos senderos, unas veces junto a vallas de piedra, otras entre helechos, erizos de las castañas y hojas secas que el otoño dejaba caer, y que nosotros hacíamos crujir bajo nuestros firmes pasos.

Cuándo los árboles dejaban un claro, aparecía el romero, la lavanda y la retama. Dificultaban nuestra ruta pequeños arroyos cantarines y el río Cuerpo de Hombre, este nos obligaba a buscar antiguos puentes de piedra, para cruzar.

Contemplamos el bosque otoñal, con la variedad cromática que ofrece en esta época, los verdes, ocres, amarillos, rojizos, enmarcados en el intenso cielo azul, ya que el día era inmejorable. Yo que soy friolero, estuve en manga corta, disfrutando del calido sol otoñal y recreando la vista, a la vez que disfrutaba de la marcha junto a los demás senderistas, que por cierto… Una de las senderistas muy acertada en su elección, llevaba un tinte con tonos castaños y rojizos, moldeado con unos rizos y subido con una cinta, como dijo uno de los compañeros, el peinado era como si se hubiese puesto una lechuga de roble en la cabeza.

Después de esta maldad, nos acercamos al santuario de Nuestra Señora del Castañar, patrona de la comarca, donde bebimos agua milagrosa de sus fuentes y pedimos perdón por este y otros pecados.

Terminamos la marcha en Candelario, y aprovechamos para recorrer sus empinadas calles por donde discurren numerosos regatos de agua, que al parecer servían para la limpieza de las labores de la matanza así como otros usos. Tras la visita por este pintoresco pueblo una cañita y de vuelta a casa.

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