Liebana Camino Piasca |
Desde la comarca de Liébana, con un poco de adelanto, recibimos este año la primavera. Comenzamos la ruta en Pesaguero con destino a Potes, y durante nuestro recorrido, pudimos recrear la vista con paisajes de ensueño, verdes praderas salpicadas por prímulas, dientes de león y miles de margaritas, entre las que pastaban placidamente, ovejas y vacas. Bosques de pinos, encinas, robles y árboles en flor. Atravesamos pintorescos pueblos a lo largo del camino, acompañados del suave rumor del río Buyón y un calido sol de primavera.
Hicimos algunos altos en el camino para contemplar el paisaje, dedicando algo más de tiempo, a la iglesia románica (casi gótica) de Santa. María de Piasca, y su monasterio, que ya funcionaba en el año 930. Lo más interesante y valioso de Santa María de Piasca es su decoración escultórica del románico montañés, con temas como la lucha de centauros, el caballero, enfrentamientos de grifos entre vástagos. Y la espléndida arquivolta con representación de oficios: herreros, sastres, músicos, monjes.
Tras los 23 Km. de esta encantadora ruta, llegamos a Potes, al pie de los Picos de Europa, donde en uno de sus parques, incamos el diente al bocadillo, que bien merecido nos teníamos. Para rematar la jornada, nos dimos una vuelta por el pueblo, probando los típicos orujos de esta zona.
El orujo, se prepara en un artilugio de origen arabe, llamado Alquitara, aunque si bien es verdad, no existen viñedos en esta zona, que es la base para hacer el orujo, así que imagino que actualmente viene de zonas vecinas, pero de cualquier manera, nos trincamos el orujo, y la crema de orujo, sin importarnos demasiado su procedencia.
Aparte de los licores, había repostería variada, quesada, sobaos pasiegos, y unas pastas llamadas “Los cojones del anticristo” que con semejante nombre me abstuve de comprar para no tentar al diablo.