ESPIGÜETE |
Fotos: Ivan Diez
De momento coronamos el collado CRUZ ARMADA
El pasado fin de semana, con una probabilidad de lluvias en toda la región de Castilla y León del 60% según el parte meteorológico, nos echamos de nuevo al monte como unos valientes, con el chubasquero en la mochila, y es que ya se sabe "la cabra"… aunque pueda llover.
Como siempre el desayuno, es el inicio de nuestra jornada, la verdad es que aprendemos mucho de los bares, de los distintos lugares donde paramos, como aumenta o disminuye el tamaño del café, o la calidad del pan, o la tortilla, la higiene de los servicios.
Esta vez nos tomamos el desayuno en Guardo, una localidad minera del norte de Palencia, la tortilla estaba bien, pero el pan un poco coscorudo y el café normalito, pero suficientemente aceptables para tomar fuerzas para el camino.
Comenzamos la ruta desde la iglesia de Valverde del Camino, un pequeño pueblo, que curiosamente no tiene bar, o al menos nosotros no lo encontramos y mira que tenemos ojo para eso. Con una fantástica vista de la montaña al fondo y con el cielo encapotado, pero sin caer una gota de agua, comenzamos a caminar hasta llegar a una fuerte pendiente, que entre matorrales y escobas fuimos ascendiendo, hasta llegar a lo mas alto del collado Cruz Armada, una pequeña cima conquistada, pero que no esta mal para los que somos aprendices, así que nos hicimos la foto de rigor, y además desde allí pudimos contemplar el Espigüete en todo su esplendor.
Todo el recorrido de la ruta giraba entorno al Espigüete, cima muy difícil, para inexpertos como yo, pero desde su falda, íbamos contemplando las magnificas vistas que nos ofrecía la montaña palentina, con muchas de sus cumbres aun nevadas.
Descendimos entre un bosque de robles, hasta llegar a Cardaño de Abajo, para reponer fuerzas, en este pueblo si que había un pequeño bar, así que comimos el bocadillo y tomamos el café en el bar, aunque la pequeña cafetera express que tenía no daba para mucho y alguno tuvo que tomar café de sobre.
Tras la comida iniciamos de nuevo el ascenso por la misma falda del Espigüete, pero junto al río, a medida que subíamos, el camino aparecía helado ya que ascendíamos por la parte que daba al norte.
Resultaba muy curioso caminar sobre el hielo, con el cielo totalmente cubierto pero sin llover, y con una temperatura agradable, incluso había mosquitos revoloteando encima del hielo y aparecía alguna florecilla de vez en cuando en las zonas desheladas.
Cuando llegamos de nuevo a la parte más alta, el sol abrió algunos huecos entre las nubes iluminando los picos mas altos, ofreciéndonos un espectáculo de luz y color, tras recrearnos con el paisaje, comenzamos el descenso, para llegar de nuevo a Valverde del camino. Ya en el pueblo nos tomamos otro tentempié, y un delicioso bollo que una compañera había preparado, mientras comíamos pudimos ver a seis vecinos del pueblo, lo cual nos tranquilizó porque llegamos a pensar que estaba deshabitado.
Ya repuestos y un poco cansados de los